miércoles, febrero 24

Arco iris

Los pinos se movían suavemente alrededor de aquel prado. El viento danzaba con sutileza sobre el pasto, haciéndolo estremecer de repente, como si lo incitara a perderse en el cielo a su lado. Ella solo observaba con paciencia lo que ocurría a su alrededor. Él venía en camino, lleno de color y alegría como todas las veces que había venido a visitarla. Las nubes paraban de llorar poco a poco, y el Sol comenzaba a salir con toda la calma y tranquilidad que solo él era capaz de irradiar.

Ella sonrió en ese momento. Se acercaba el tiempo de su encuentro.

A lo lejos, una inmensa luz se comió todo lo que existía en el Universo, todo lo que estaba existiendo justo y únicamente en ese preciso espacio de tiempo, incluyéndola y haciéndola volar a través del espacio sin fin y el tiempo sin terminación alguna.

Los colores se alzaron frente a ella, y el mundo regresó al lugar donde estaba, sin estar en su lugar aún.
Risas de su infancia y recuerdos de su juventud acudieron a su mente con tanto cariño, que las lágrimas no se hicieron esperar ni un solo momento.

Llena de fuerza provocada por la melancolía y la alegría de sentir aquello una vez más, se puso de pie lentamente, a la velocidad más rápida que sus pobres huesos y músculos le podían permitir, y de repente, su cabello lleno de canas fue desatado por el viento danzante de su alrededor.

Él estaba ahí, llenando todo el horizonte.
Ella estaba ahí, llenando los últimos latidos de su corazón con la más inmensa felicidad que observar el arco iris le podía brindar.

Comenzó a caminar hacia él, con firmeza y entusiasmo. Y mientras más se acercaba, su corazón más fuerte latía y su sonrisa más grande aún se volvía.

De repente, la ancianidad había desaparecido por completo.
Había vuelto a ser la pequeña que corría por los prados en búsqueda de la olla y el duende que, siempre se había dicho, estaban al final del arco iris.

Justo cuando se acercaba a ese tan mencionado y aclamado final, vio un brillo inmenso y una persona con un traje verdoso apareció de repente.

¡Había llegado al final del arco iris!
La más grande fortuna del Universo sería solo para ella.

El hombrecito, un duende al parecer, tomó sus manos y depositó un beso en ellas.
La pequeña niña observó delante de ella su vida entera, y volvió con mucha paz a su presente realidad.

El hombrecito había venido por ella, y su premio era aún más grande que cualquier cantidad de oro del planeta.
Ella correspondió a las manos del duende, y caminó con él a al arco de colores, perdiéndose para siempre en la inmensidad de las constelaciones y galaxias, formando parte nueva del Universo, regalando su felicidad al mundo que tenía un camino bastante largo por delante.

Olivia despertó de repente, y una sonrisa recorría su espíritu. Esa seria una bonita forma de despedirse del mundo, y formar parte de la belleza que había acompañado por la eternidad al infinito.

Y sin darse cuenta, solo ella tenía la capacidad de depositar el arco iris de sus sueños en el lugar que deseara. Solo hacía falta, disfrutar de la simpleza que la vida más complicada puede llegar a tener.


Fin :)


Hoy pensé que... esa sería una forma agradable de despedirme del mundo :D en medio de mi ancianidad, al lado de mi fortuna, satisfecha de mi vida, en la majestuosa inmensidad del Universo infinito...





1 comentario:

Th. dijo...

:) Esa sería la manera más adecuada para tí de despedirte de éste mundo n_n Definitivamenteee



Te quieroadoro menza :D♥

miércoles, febrero 24

Arco iris

Los pinos se movían suavemente alrededor de aquel prado. El viento danzaba con sutileza sobre el pasto, haciéndolo estremecer de repente, como si lo incitara a perderse en el cielo a su lado. Ella solo observaba con paciencia lo que ocurría a su alrededor. Él venía en camino, lleno de color y alegría como todas las veces que había venido a visitarla. Las nubes paraban de llorar poco a poco, y el Sol comenzaba a salir con toda la calma y tranquilidad que solo él era capaz de irradiar.

Ella sonrió en ese momento. Se acercaba el tiempo de su encuentro.

A lo lejos, una inmensa luz se comió todo lo que existía en el Universo, todo lo que estaba existiendo justo y únicamente en ese preciso espacio de tiempo, incluyéndola y haciéndola volar a través del espacio sin fin y el tiempo sin terminación alguna.

Los colores se alzaron frente a ella, y el mundo regresó al lugar donde estaba, sin estar en su lugar aún.
Risas de su infancia y recuerdos de su juventud acudieron a su mente con tanto cariño, que las lágrimas no se hicieron esperar ni un solo momento.

Llena de fuerza provocada por la melancolía y la alegría de sentir aquello una vez más, se puso de pie lentamente, a la velocidad más rápida que sus pobres huesos y músculos le podían permitir, y de repente, su cabello lleno de canas fue desatado por el viento danzante de su alrededor.

Él estaba ahí, llenando todo el horizonte.
Ella estaba ahí, llenando los últimos latidos de su corazón con la más inmensa felicidad que observar el arco iris le podía brindar.

Comenzó a caminar hacia él, con firmeza y entusiasmo. Y mientras más se acercaba, su corazón más fuerte latía y su sonrisa más grande aún se volvía.

De repente, la ancianidad había desaparecido por completo.
Había vuelto a ser la pequeña que corría por los prados en búsqueda de la olla y el duende que, siempre se había dicho, estaban al final del arco iris.

Justo cuando se acercaba a ese tan mencionado y aclamado final, vio un brillo inmenso y una persona con un traje verdoso apareció de repente.

¡Había llegado al final del arco iris!
La más grande fortuna del Universo sería solo para ella.

El hombrecito, un duende al parecer, tomó sus manos y depositó un beso en ellas.
La pequeña niña observó delante de ella su vida entera, y volvió con mucha paz a su presente realidad.

El hombrecito había venido por ella, y su premio era aún más grande que cualquier cantidad de oro del planeta.
Ella correspondió a las manos del duende, y caminó con él a al arco de colores, perdiéndose para siempre en la inmensidad de las constelaciones y galaxias, formando parte nueva del Universo, regalando su felicidad al mundo que tenía un camino bastante largo por delante.

Olivia despertó de repente, y una sonrisa recorría su espíritu. Esa seria una bonita forma de despedirse del mundo, y formar parte de la belleza que había acompañado por la eternidad al infinito.

Y sin darse cuenta, solo ella tenía la capacidad de depositar el arco iris de sus sueños en el lugar que deseara. Solo hacía falta, disfrutar de la simpleza que la vida más complicada puede llegar a tener.


Fin :)


Hoy pensé que... esa sería una forma agradable de despedirme del mundo :D en medio de mi ancianidad, al lado de mi fortuna, satisfecha de mi vida, en la majestuosa inmensidad del Universo infinito...





1 comentario:

Th. dijo...

:) Esa sería la manera más adecuada para tí de despedirte de éste mundo n_n Definitivamenteee



Te quieroadoro menza :D♥